Costa Rica, un país de 51,060 kilómetros cuadrados (19,714 millas cuadradas) con una población de aproximadamente 5 millones, ha aparecido recientemente en los medios de comunicación por sus logros en el manejo de la crisis de salud de COVID-19. El hecho es que Costa Rica ha estado haciendo las cosas de manera diferente desde hace algún tiempo, y este pequeño país ha tomado las decisiones correctas para atraer a algunas de las empresas más importantes e innovadoras del mundo.

En la década de 1980, el gobierno costarricense comenzó a promover el comercio exterior de manera más agresiva. La intención era diversificar la producción del país para proporcionar más estabilidad a la economía que, en ese momento, dependía en gran medida de la exportación de bienes tradicionales como café, bananos, azúcar y carne. Durante esa década, el país también se enfrentó a los efectos de una recesión y necesitaba atraer la Inversión Extranjera Directa (IED) como una forma de regresar al camino del desarrollo económico. Con este objetivo en mente, en 1981 se promulgó la primera Ley de Régimen de Zona Franca (ZF). Esta ley y las reformas posteriores que la mejoraron, otorgan incentivos fiscales a las empresas involucradas en manufactura, comercialización, servicios e investigación y desarrollo.

Cuarenta años después de la promulgación de la primera Ley ZF, el modelo ha demostrado ser exitoso. Las estadísticas demuestran que predomina el régimen de ZF, que representa alrededor del 57% de la IED total, más que otras fuentes externas como el turismo. (Fuente: BCCR 2018). En comparación con los años 80, Costa Rica tuvo éxito en la transición de exportación de productos tradicionales a la exportación principalmente de dispositivos médicos y equipos de alta precisión (31% del total de las exportaciones). Más de la mitad de las exportaciones totales derivan del régimen de las Zonas Francas y se dividen en partes iguales entre bienes y servicios. (Fuente: PROCOMER 2018).

COVID-19: Gestión de la crisis

El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró que el COVID-19 era una pandemia, con más de 118,000 casos de COVID-19 en más de 110 países de todo el mundo. Cinco días después, el Gobierno de Costa Rica declaró el estado de emergencia y anunció el cierre de las fronteras a partir del 18 de marzo de 2020.

Como parte de las medidas de emergencia, el Gobierno anunció una serie de acciones orientadas a minimizar la exposición de la población, pero también tratando de evitar efectos significativos en la economía. En el caso específico de los centros de servicio y las plantas de manufactura, un gran número de ellos trabajando bajo el régimen de las Zonas Francas, se exigió a las empresas que aplicaran protocolos sanitarios para minimizar las infecciones y se les alentó a implementar el teletrabajo. En comparación con las órdenes de cierre en muchos otros países, a las empresas de zonas francas, independientemente de su tipo de industria, se les permitió permanecer abiertas y operar con un impacto mínimo.

A principios de mayo, menos de dos meses después de la declaración de la pandemia, el número de personas que se recuperaron del COVID-19 en Costa Rica superó por primera vez el número de casos activos. Al mismo tiempo, nuestro país tenía la tasa de mortalidad por enfermedad más baja en América (0,8%).

Debido a que la gestión de la crisis de salud por parte del Gobierno ha sido tan exitosa, Costa Rica ha demostrado que es un lugar seguro para invertir, lo que hace del país un destino aún más atractivo para la IED, que es una fuente de empleo tan importante para los costarricenses.

La vida después del COVID-19 requiere que repensemos y rediseñemos el futuro, y el Gobierno seguramente tiene el desafío de comenzar a trabajar en la próxima generación de incentivos de inversión que continuarán atrayendo a compañías extranjeras. Por el momento, Costa Rica tiene mucho que ofrecer a las empresas extranjeras: además de nuestro talento en recursos humanos, estabilidad política, incentivos fiscales y 40 años de experiencia en atraer a las mejores empresas del mundo, podemos agregar con orgullo un extraordinario equipo para manejo de esta crisis, que no solo logró grandes resultados desde una perspectiva de Salud Pública, sino que también mantuvo al mínimo el efecto de la pandemia en las operaciones comerciales. Hoy, nuestro pequeño país continúa sobresaliendo entre la multitud.