Por Shermine Elizondo
Asociada BLP especialista en Aduanas
[email protected]

Últimamente escuchamos hablar mucho sobre la actual crisis de contenedores, pero ¿qué significa esto realmente y cómo afecta al comercio global y en, última instancia al consumidor final?

Con la pandemia del COVID-19 se ha dado una serie de impactos negativos en el ámbito económico mundial, debido a cierres de puertos y de fábricas, desabastecimiento de materia prima y bienes de consumo, saturación de puertos, aumento en los tiempos de recepción de las mercancías; entre otros. Siendo la crisis de contenedores, entendida como la escasez de espacio disponible para transportar los productos y los exorbitantes incrementos de costes del transporte marítimo, conlleva grandes afectaciones, tanto a los comerciantes como al comprador final.

El desabastecimiento de contenedores fue una de las consecuencias de la pandemia. No obstante, al darse una contracción en la economía mundial por los cierres de fronteras para tratar de contener el avance del virus, restricciones a las importaciones y exportaciones, así como cierres temporales o permanentes de fábricas y empresas; la demanda de productos y de transporte marítimo disminuyó, lo cual ocasionó a su vez, una menor circulación de barcos de carga y de contenedores.

Sin embargo, con el actual aumento en la demanda de espacios en el transporte marítimo de mercancías, debido a que la economía internacional ha comenzado a recuperarse, gracias al manejo de las Administraciones del virus así como al avance de la vacunación, y que los consumidores de distintos países están realizando una mayor adquisición de bienes; el sistema de transporte naviero se ha visto en apuros para lograr satisfacer dicha demanda por la falta de contenedores y barcos disponibles, accesibilidad de rutas, atascos en los puertos internacionales, cierres temporales de terminales marítimas y atrasos en los puertos para la entrada y salida de productos. Todo lo cual no permite un adecuado flujo de la cadena de suministro.

Sumado a que, los costos del flete de transporte marítimo se han disparado, sumamente alarmante para el sector de comercio internacional, ya que se estima que en un año el precio se ha más que cuadriplicado.

En este sentido, de acuerdo con el World Container Index (WCI), entidad que ofrece evaluaciones semanales de los fletes de contenedores, estimaciones diarias de precios a plazo y un banco de movimientos históricos de precios; a la fecha del 14 de octubre de 2021, este índice de contenedores alcanzó los 9.900,25 dólares por contenedor de 40 pies, lo cual es un 283% más alto que hace un año.

Por su parte, el índice compuesto medio del WCI en lo que va de año, es de 7.126 dólares por contenedor de 40 pies, lo que supone 4.629 dólares más que la media de cinco años de 2.497 dólares por contenedor de 40 pies.

Siendo de suma importancia indicar que alrededor del 80% de los bienes que se consumen en el mundo se transportan por vía marítima, según estimaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Por lo cual, la falta de oferta de espacio en transporte marítimo y sus elevados costos, repercuten de manera significativa en todo el comercio mundial.

Todo esto ocasiona grandes preocupaciones a los comerciantes, ya que con la crisis de contenedores y con el aumento de demanda que se espera para este último trimestre del año, principalmente por la época navideña, existe una gran incertidumbre sobre si van a poder satisfacer la demanda de sus clientes, ya que existe escasez de productos y atrasos en la llegada de estos; así como un aumento de costos logísticos. Todo esto afecta sus utilidades y competitividad. Además, de que no se tiene idea de cuándo va a mejorar esta crisis.

Finalmente, toda esta situación en última instancia repercute en el consumidor final, ya que el aumento de los costos logísticos se traduce en un amento en el precio de los bienes de consumo.

Por lo cual, es importante seguirle el pulso al desarrollo de la crisis de contenedores para, como actores de la cadena logística, poder tomar decisiones de negocios que minimicen el impacto negativo para nuestras operaciones.

Por Shermine Elizondo
Asociada BLP especialista en Aduanas
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