Guatemala
Jacobo Martínez – Asociado

Las empresas de la región se han visto enfrentadas a una de las más duras crisis de los últimos 100 años. Nadie, ni gobierno ni iniciativa privada, estaba preparado para una pandemia. Los cierres de las actividades económicas y han representado un enorme reto para los empleadores, quienes han tenido que lidiar con una disminución drástica de los ingresos, así como con prohibiciones para desarrollar sus funciones presencialmente.

En Guatemala, existe el paradigma que los empleados únicamente pueden desarrollar sus funciones en los centros de trabajo, y por ello, una mínima cantidad de empresas fomentan o permiten el teletrabajo, y una cantidad aún menor cuenta con políticas de teletrabajo implementadas. Los empleadores se han visto enfrentados a una nueva realidad que los ha obligado a romper creencias y prácticas habituales en las relaciones de trabajo. Suena duro indicar que se han visto obligados a hacerlo, pero es la realidad. Las empresas que se resistieron al cambio, o no lo consideraron en un inicio, han visto afectados (aún mas) sus ingresos trayendo consigo consecuencias, incluso fatales, para las compañías.

Aun con la implementación de políticas de teletrabajo, así como de la utilización de plataformas digitales para la continuación de las actividades empresariales, las compañías se han enfrentado a una alta reducción de sus ingresos, derivada de la poca circulación de la población, así como de la incertidumbre que genera la pandemia respecto a la continuidad de ingresos económicos en las familias, es decir, las personas no están consumiendo ni comprando en los niveles habituales.  De lo anterior resulta, entonces, el que podría considerarse el mayor reto para los empleadores; la insostenibilidad de la planilla de la empresa con menores (o nulos) niveles de ingresos. Los líderes de las empresas afectadas han tenido que tomar decisiones drásticas respecto a su recurso humano, implementando medidas que en otras circunstancias serían inconcebibles. Hemos sido testigos de primera mano, de la complejidad de estas decisiones, así como del deseo de las empresas de afectar lo menos posible a sus trabajadores, buscando en primer lugar mantener la mayor cantidad de puestos de trabajo.

El Salvador
Fernando Farrar – Asociado / Andrea Melara – Paralegal

La emergencia de salud pública ocasionada por la pandemia del COVID-19 hizo que los dueños de las micro, pequeñas y medianas empresas tuvieran que enfrentarse a nuevos retos para mantener sus negocios a flote, por otra parte, para muchos fue imposible, ya que debido al delicado estado en el que se encontraba la economía de El Salvador desde hace años, esta pandemia vino a ser un detonante para el cierre definitivo de sus operaciones. Otras empresas, luego de ver los diversos roces que existían entre el Órgano Ejecutivo y el Órgano Legislativo y la inseguridad jurídica que vivimos durante la cuarentena domiciliar obligatoria, fue motivo suficiente para que decidieran cerrar temporalmente sus establecimientos, y es que para muchos empresarios (si no es que para todos), se complicó el hecho de cumplir con la obligación derivada del principio de “estabilidad laboral” que se otorgó durante el confinamiento por medio del Decreto Legislativo 593, aquí se señalaban ciertas restricciones/obligaciones para los patronos, por ejemplo, continuar pagando salarios, nunca se estableció de forma incontestable esta obligación, siempre quedo un poco en duda, sin embargo, la amenaza estaba muy presente y los patronos preferían pagarlos a correr el riesgo de enfrentar futuras demandas por sus empleados.

Muchas empresas tuvieron que reinventar sus rubros para continuar operando, por ejemplo, empresas que se dedicaban a la distribución al por mayor de productos de belleza y cuidado personal, ante el cierre casi total, tuvieron que optar por comercializar productos que estuvieran autorizados por las diversas normativas que surgieron en este periodo, en este caso, cambiaron su rubro para comercializar productos de higiene como gel antibacterial, mascarillas, etc. para poder continuar generando ingresos y así poder cumplir las obligaciones que mes a mes tienen. En el caso de la maquila textil beneficiaria de la Ley de Zonas Francas, muchas de ellas gestionaron ante el Ministerio de Economía la ampliación de sus operaciones permitidas, para incluir la elaboración de mascarillas, gabachas médicas, entre otras. Para luego, pedir la solicitud de operación al Ministerio de Salud.

El 16 de junio de 2020, dio inicio la fase 1 descrita en el Decreto Ejecutivo 31, emitido y publicado en el Diario Oficial el 14 de junio de 2020. Esta fase tiene como finalidad el reinicio de actividades económicas y sociales, su duración será hasta el lunes 6 de julio de 2020.

Ante la apertura gradual nos encontramos con dos escenarios, vemos empresas que decidieron cerrar porque ya no contaban con la capacidad económica para continuar operando y también vemos empresas que claramente sufrieron daños en su capacidad productiva, sin embargo, aún tienen la posibilidad de levantarse poco a poco, para efectos de esta reseña nos centraremos en estos últimos.

Los retos que se vienen para estos empresarios son grandes, y no se concentran solamente en las dañinas confrontaciones que puede haber entre los Órganos del Estado, o las arbitrariedades que puedan derivarse de estas, también se basan en la crisis económica que tendrán que afrontar luego de 3 meses de no haber generado ingresos y en cómo van a controlar y asegurar que sus espacios de trabajo sean los idóneos para evitar posibles contagios y así continuar operando.

Las empresas inevitablemente tendrán que reinventarse, esto puede ser una ventana para crear nuevas fuentes de ingresos y explorar nuevos mercados, además, tendrán que contar con los protocolos de seguridad e higiene que se designen para cada rubro y procurar que su aplicación sea de forma estricta y continua.

Otro reto que se presentará será el cómo van a manejar al talento humano, aquí será necesario que las empresas determinen si el teletrabajo es o no en realidad una opción para que continúen desempeñando sus funciones como normalmente lo hacían.

Honduras
Laura Maldonado – Asociada

La pandemia Covid – 19 ha planteado retos en la forma de trabajar en el mundo; en consecuencia, los empleadores en Honduras han debido: Definir puestos de trabajo que se manejarían bajo la figura de teletrabajo, pues hasta el 13 de Marzo de 2020, esta modalidad de empleo no estaba regulada en la legislación; Aplicar suspensiones a contratos de trabajo para puestos que no pueden ser manejados vía teletrabajo; e Implementar Protocolos de Bioseguridad para el reintegro a las actividades en cada operación.

Queda mucho por avanzar, y dentro de las nuevas oportunidades cada empleador deberá: Promover en sus centros de trabajo sistemas o métodos que permitan medir el desempeño de sus colaboradores que laboran vía teletrabajo; Incorporar toda la normativa Covid – 19 y de teletrabajo a sus Reglamentos Internos; Fortalecer los Comités Mixtos de Higiene y Seguridad y, Desarrollar los sistemas de Gestión de Riesgo en temas de Salud y Seguridad Ocupacional que deberán ir siendo actualizados de conformidad a las regulaciones locales.

En su mayoría, estás nuevas necesidades deberán esperar cambios en la regulación local que permitan: 1) La evacuación de procesos disciplinarios mediante medios electrónicos;  2) La comunicación fluida de las instrucciones del negocio hacía los colaboradores usando diversos canales electrónicos; 3) La incorporación de prohibiciones y obligaciones a los colaboradores respecto al cumplimiento de las medidas de mitigación por Covid – 19; y 4) La debida y robusta regulación del teletrabajo mediante una reforma a la Ley.

Nicaragua
Favio Batres – Asociado Senior

1. Ajustes empresariales durante la pandemia. La pandemia ha marcado un parteaguas en la estructuración y asignación presupuestaria de las empresas, en la disponibilidad de recursos económicos frescos y en la forma de enfrentar los desafíos financieros que suponen sus proyectos y actividades. Muchas empresas han tenido que prescindir de líneas presupuestarias que ahora son identificadas como no esenciales, y han redistribuido los recursos para potenciar las áreas que permiten la subsistencia y operatividad de la empresa ante una disminución sensible de los ingresos que hasta hace poco eran más o menos continuos y estables. Estos cambios han llevado a los empleadores a explorar con mayor profusión el contorno legal en el país, en la búsqueda de apoyo o plataformas que les permitan implementar soluciones legales viables en sus empresas, ajustando sus esquemas organizacionales, productivos, laborales y financieros a las exigencias en tiempos de pandemia.

2. Método alterno en la ejecución del trabajo durante la pandemia. La pandemia también ha estimulado la creatividad de los empleadores en un intento por proteger la salud de los trabajadores y garantizar la continuidad de la producción. Una modalidad de trabajo no muy usual en el país es el “teletrabajo”, o trabajo a distancia, la cual ha sido implementada por distintos empleadores durante la pandemia, en forma paulatina al principio, para luego convertirse en la alternativa más buscada e implementada para aquellos puestos de trabajo cuyas características permiten a los trabajadores desempeñar sus funciones desde sus hogares. No obstante, esta alternativa ha supuesto no pocos desafíos para los empleadores, desde los temas de equipamiento, acceso a la tecnología, internet, consumo de energía y otros, hasta llegar a los límites o alcances de la responsabilidad del empleador frente al trabajador dada las particularidades de este método de trabajo, todo lo que en su conjunto ha supuesto retos en ajustes o desarrollo de políticas, enmiendas contractuales e inversión en la capacitación técnica del trabajador.

3.  ¿Ajustes temporales o cambios permanentes después de la pandemia? La cuestión es importante. Si los cambios o medidas que se han implementado durante la pandemia muestran ser sostenibles en el tiempo, sería válido preguntarse si en un escenario post Covid-19 tales cambios continuarían siendo vistos como meros ajustes temporales, o bien, como cambios permanentes. Por ejemplo, si el teletrabajo resulta ser una modalidad eficiente que permite ahorrar costos de oficinas o instalaciones no esenciales manteniendo los niveles de productividad deseados, o si la redistribución presupuestaria genera efectos positivos medibles en el desempeño de la empresa, o si las normas de seguridad sanitaria, como el distanciamiento social, mantienen su vigencia, entonces lo que hoy es fundamentalmente un ejercicio de protección de la salud humana, mañana podría ser nuestra nueva realidad permanente, una en la cual los empleadores deberán reconsiderar y replantear sus políticas, reglamentos internos, contratos laborales, presupuestos, recursos humanos y otros, como parte de lo que podría ser un nuevo modelo del quehacer empresarial post pandemia, lo cual también podría suponer modificaciones en la legislación laboral del país.

Costa Rica
Nancy Muñoz – Asociada

La crisis de la pandemia Covid – 19 que actualmente ha alcanzado a más de 8 millones de personas y que ha resultado en más de 445 mil muertes a nivel global, ha representado en Costa Rica 2127 personas contagiadas al 20 de junio y con 12 fallecidos hasta la fecha. Pese a ello, si bien desde el punto de vista sanitario y médico la emergencia nacional se puede catalogar como bien atendida, desde el punto de vista económico es lo contrario, dado que se ve afectado el sector de empleo, las líneas de producción, consumo e inversión.

Esta pandemia ha obligado a los empleadores a buscar soluciones para evitar la quiebra siempre dentro del marco de lo legal. Uno de los primeros retos fue el definir las medidas a implementar con su personal. Para después seleccionar el personal al cual estarían aplicando dichas medidas. Paralelamente asumieron el reto de replantear los esquemas de trabajo para aplicar el Teletrabajo, lo que implicó a su vez que se tuvieran que crear mecanismos de control y medición de aptitudes para garantizar que los trabajadores cumplan con los objetivos propuestos.

La crisis no ha terminado y no se vislumbra que vaya a terminar pronto en nuestro país. El reto de las empresas a futuro será entonces el de ajustarse a los que muchos han denominado “la nueva normalidad” y que precisamente se trata de la necesidad de adaptación. aplicando nuevas medidas para poder sobrellevar las actividades que impulsan los diferentes sectores de la economía conteniendo hasta donde sea posible el contagio del virus COVID-19.